Anais y la realización.

Autorretrato Miramar 2009


La realización consiste en completar un círculo. Hay que vivir cada uno de los aspectos del yo, las doce figuras del zodíaco. Es la personalidad la que ha desenrollado la cinta, la que ha abierto los pétalos y expuesto todas las capas. No importa dónde se empiece: sea con el instinto o con la sabiduría, con la naturaleza o con el espíritu. La realización significa que se han experimentado todas las partes del yo, que se han vivido todos los elementos, todos los planos. Significa que cada una de las células del cuerpo se despierta, vive. Es un proceso de la naturaleza, y no un proceso del ideal. Se muere cuando todas las células han llegado a su agotamiento: se llega a la plenitud cuando todas ellas funcionan: el sueño, el deseo, el instinto, el apetito. Uno despierta al otro. Es como un contagio. El orden no importa. Son igualmente necesarios todos los errores, los tartamudeos, los patinazos, las cegueras. Se trata de cubrir todo el terreno, todas las rutas. Que no quede un solo espacio sin recorrer, que no se salte ninguno. Si se salta una fase, se retrasará ese despliegue que se asemeja a las ramas cuando se abren. Crecimiento, expansión, plenitud del yo en potencia. Vivir solamente un aspecto, o un lado de la personalidad es como utilizar sólo un sentido: los otros se atrofian. Sólo hay grandeza en la realización completa, en la plenitud del despertar. Llegar a lo completo es hacer una sinfonía. Sublimar significa condenar a la inmovilidad ciertas partes del cuerpo con el objeto de llegar a un desarrollo monstruoso de otras. Como la sensibilidad normal del ciego, como el oído extraordinariamente agudo del mundo. Es monstruoso. Psicológicamente, una gran personalidad es como un círculo que está en contacto con algo en cada uno de sus puntos. Un círculo con un núcleo. Un proceso de la naturaleza, un crecimiento. No el ideal. El ideal es un error. La vida es un círculo completo que se ensancha hasta alcanzar los movimientos circulares del infinito.


Anaïs Nin
Diario II (1934-1939)

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